A lo largo de décadas Ticketmaster y Ocesa han demostrado una maestría innegable en el manejo del negocio del entretenimiento en vivo y venta de boletos, pero ese mismo talento ha derivado en una estructura que concentra poder, limita la competencia y somete a los usuarios a condiciones impuestas– muchas veces con poca transparencia en los costos– y formas de venta con un trato impersonal.
Su poder les ha permitido salir de investigaciones tanto de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) como de la hoy extinta Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) con acuerdos ventajosos para las empresas, de acuerdo con organizaciones como Tec-Check, la primera asociación civil de consumidores en línea.
Tras la pausa que significó la pandemia por el virus SARS-CoV-2, o Covid-19,– durante la cual Ticketmaster fue señalada de comportamiento abusivo contra los consumidores, como se detalla más adelante– el mercado de la música en vivo se recuperó vertiginosamente.
Un año antes de esto, en 2021, Live Nation Entertainment adquirió el 51% de acciones de Ocesa; 40% que le pertenecían a Televisa y 11% de Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), la cual quedó como accionista minoritaria con el 49% restante sobre Ocesa.
El 29 de julio de este año, Live Nation anunció la compra adicional del 24% de Ocesa, con lo que será dueña de tres cuartas partes de la promotora y CIE se quedará con el resto. Se espera que la transacción se cierre hacia finales de agosto, una vez que sea aprobada en la próxima asamblea de accionistas de CIE.